viernes, 6 de marzo de 2009

El origen de Huépil

Crónicas del origen de Huépil a sus 101 años de existencia

14-09-2007

Una investigación histórica de Tulio González Abuter permitió dilucidar el año pasado el origen de esa localidad. Este texto lo leyó el historiador en un acto solemne efectuado el 19 de octubre de 2006, cuando fue instalada la placa recordatoria de la fundación.


Desde el siglo XIX, el departamento de Rere, de la provincia de Concepción, contenía en su extenso territorio las subdelegaciones de Tucapel, Trupán y Reñico. Dentro de esta última, estaban los distritos del mismo nombre, Huepil Alto, Huepil Bajo y Rucamanqui, que después formarán parte de la comuna de Tucapel.
La idea de construir un ferrocarril que uniera la zona de Concepción con Neuquén, Bahía Blanca y Buenos Aires comienza a materializarse con estudios realizados, tanto en Chile como en Argentina, a fines del siglo XIX.
Al principio, el proyecto contemplaba la punta de rieles en Yumbel, pero se cambió definitivamente a Monte Aguila. Durante el gobierno de Germán Riesco, se otorgó la concesión a la empresa del ciudadano uruguayo Justino J. Beláustegui para que construyera el ferrocarril trasandino.
Este lugar, sobre el que se construyeron las líneas férreas, andenes, bodegas, fosos de lastre y la estación misma de Huepil, pertenecían a la sucesión de don José Rubilar.


EL NOMBRE
El nombre “Huepil” era la consecuencia lógica de su toponimia, puesto que esta voz mapuche, que significa arco iris, sonaba desde tiempos inmemoriales entre los habitantes del lugar.
La comuna de Tucapel contaba por aquellos días con más de 6.500 habitantes, en su gran mayoría rurales. Las condiciones de vida eran precarias, siendo comunes las muertes prematuras.
El año 1906, la zona se vio afectada por casos de viruela, situación que también había afectado a todo el país. Enfermedades como el tifus, fiebre tifoidea, tuberculosis y otros males afectaban a la población rural de aquellos años.
No obstante, se mantenían costumbres ancestrales. La dieta del habitante precordillerano en aquella época, consistía en platos sobre la base de trigo; las cazuelas de ave, el estofado, asados de cordero, chivo o chancho; ensaladas de digüeñes y changles; tragos como vinos, aguardiente y mistelas. Las fiestas religiosas y populares, carreras a la chilena, las apuestas, en fin, una manera de vivir que en parte aún subsiste.
En lo productivo, aparte del área agrícola y forestal, subsistían actividades artesanales, como la greda de huequete; la cestería, talabartería, orfebrería, herrería, maderas y telares que mujeres trabajaban con éxito en la confección de ponchos y frazadas.
El año 1906, en la comuna de Tucapel se contrajeron 35 matrimonios, hubo 337 nacimientos y 206 defunciones.

EXPECTATIVAS
Pero la llegada del tren fue un hecho que trajo esperanza a las personas y expectativas inmediatas de mejoramiento en sus condiciones de vida.
Los pobladores solicitaban en el mismo año 1906, al gobernador departamental, el arreglo del camino de la subdelegación de Reñico a la estación de Huepil, la construcción de un puente sobre el estero Los Troncos y puentes sobre los ríos Huepil y Reñico, además del camino a Tucapel, todo con el fin de mejorar la conectividad al ferrocarril.
En agosto de 1906, la estación de Huepil se terminaba de construir febrilmente, se tiraban los últimos rieles, mientras ingenieros del ministerio de Industrias y Obras Públicas inspeccionaban la terminación del puente metálico sobre el estero Los Troncos. La empresa concesionaria preparaba una gran fiesta pública para celebrar los primeros 50 kilómetros del Trasandino, pero el impacto que produjo en todo el país el terremoto que destruyó Valparaíso, el 16 de ese mes, impidió dicho acto.

LA FUNDACION
Pero el gobierno del presidente Germán Riesco, que llegaba por esos días a su fin, se preocupó de poner en marcha los primeros 50 kilómetros del ferrocarril, autorizando a la empresa operar el tramo entre Cholguán y Huepil, por decreto N° 2.315 del ministerio de Industrias y Obras Públicas, de 15 de septiembre de 1906.
En parte, dicho documento expresa: “se autoriza al concesionario del Ferrocarril Trasandino para que entregue al tráfico público la sección de 15 kilómetros comprendida entre Cholguán y Huepil, debiendo acreditar previamente haberse tapado y tirado la línea hasta el último puente”.
Es esta, entonces, la fecha de fundación de Huepil, ya que estando la línea trazada y construida la estación de ferrocarriles, se dicta un decreto por el que comienza a tomar forma y vida un centro poblado que, con el tiempo, se convertirá en una pujante ciudad. Fue ese 15 de septiembre de 1906, cuando por un acto jurídico administrativo nace oficialmente Huepil.
Así comenzó a operar el tren, transportando pasajeros, productos y cargas de toda especie desde los campos de la zona, lo que produjo un gran impacto en la calidad de vida de las personas, reflejado en el aumento de la población y en el entusiasmo de los habitantes, que según la prensa de la época era desbordante.
El Trasandino, cuya línea era de trocha angosta, contaba en 1906 con dos locomotoras de fabricación norteamericana “Baldwin” y carros de acero y madera. No hay que olvidar que estas máquinas debían remontar las pendientes cordilleranas a efecto de cruzar la frontera. Los primeros trenes eran mixtos, es decir para carga y pasajeros.

CELEBRACION
El ingeniero Beláustegui, entusiasmado con la idea de unir a Chile y Argentina por una vía interoceánica, se había preocupado de mandar a confeccionar una medalla conmemorativa a Buenos Aires para celebrar la construcción y puesta en marcha de los primeros 50 kilómetros existentes entre Monte Aguila y Huepil.
Por ello, escribe al ex presidente Riesco, con fecha 19 de octubre de 1906, en la que dice lo siguiente: “…me permito enviarle modelo que ha servido para acuñar medalla conmemorativa de la terminación de los primeros cincuenta kilómetros del Ferrocarril Trasandino por Antuco hasta la estación de Huepil, rogándole quiera aceptarla como un débil homenaje de mi gratitud y como un recuerdo de esa grandiosa obra, autorizándola iniciarla e inaugurándola en las primeras secciones bajo la próspera administración que usted ha tenido la gloria de presidir”.
Dicha medalla llevaba los escudos de Chile y Argentina y en la parte inferior decía: “Huepil, 1906”.
Por esa razón, nos encontramos reunidos hoy, 19 de octubre de 2006, cien años después que el ingeniero beláustegui enviara al ex presidente Riesco el modelo de la medalla con el regocijo de tener inaugurado y funcionando el tramo hasta Huepil.
No obstante, ha quedado claro que la fecha oficial de la puesta en marcha de los primeros cincuenta kilómetros y, con ello, de la estación de Huepil, se produce el 15 de septiembre de 1906.

SUS EFECTOS
Con el tiempo, el ferrocarril generó importantes servicios a los habitantes precordilleranos de la zona, pero también generó problemas, especialmente aquí en Huepil, ya que la estación, por su posición geográfica, aglomeraba pasajeros y transeúntes que iban y venían por el territorio; uno de esos problemas era el derivado de la inseguridad que producían los continuos asaltos y robos de ganados; crímenes contra las personas y balaceras en torno al pueblo que se formaba.
Esta situación llevó a las autoridades a enviar fuerzas de policías montados a Huepil, los que eran financiados por la municipalidad de Tucapel. Luego vino el servicio de correos, telegrafos, la escuela primaria y demás servicios que la convirtieron en la ciudad de hoy.
El trazado completo del ferrocarril trasandino por Antuco jamás se terminó, culminando en Polcura.
Se puede afirmar, entonces, que Huepil nace como estación de ferrocarriles aquel 15 de septiembre de 1906, formando parte de un gran proyecto de integración interoceánica que nunca llegó a concretarse, culminando en Polcura, pero que produjo otros grandes beneficios a los habitantes de esta parte del país, entre los que se cuenta el que prosperara un pueblo que, con el tiempo, se convierte en cabecera de la comuna de Tucapel.


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